La tocata empezó más tarde de lo informado (cosa nada de rara en el Club de Jazz), un rato después de la prueba de sonido, que por cierto, nos había dejado a Peter y a mi sedientos de escuchar más.
Los primeros acordes exudaban la energía y dinamísmo de una propuesta novedosa para nuestro medio… presentí que las ganas de volver a vibrar con un concierto serían saciadas.
El volumen era el adecuado, hasta que a Christián Galvez, bajo eléctrico, le pareció que la guitarra estaba un poco fuerte. Primer dato para tener en cuenta!!!
La batuca de Felix Lecaros, soberbia; con delicadeza en ocaciones, en otras sin previo aviso, manejó los ritmos a su antojo, demostrando una enorme capacidad de improvización y entendimiento de lo que ocurre en el escenario. Con Galvez parecían pensar lo mismo, pero en otro idioma; de alguna forma recordé a Steve Coleman y su m-base lleno de virtuosismo y cruces rítmicos.
El estilo de Nicolás Vera, guitarra, a ratos semejante al de Kurt Rosenwinkel, creo que necesita madures. Un exceso de muletillas, tanto en acordes como en punteos, sumado a su marcada tendencia bop, hicieron que su participacion, supuestamente central ya que se lanzaba su disco, se sintiera un poco monótona, casi tímida. No solo eso, a medida que avanzaba la velada, se le notaba cada vez más incomodo.
Entiendo en parte lo anterior, debido a la actuación de Galvez; un bajista de nivel internacional, de un virtuosismo irrefutable, y muy conciente de su condición. Desde sus “walkings” hasta sus solos, no escatimó esfuersos en demostrar lo que sabe... TODO lo que sabe; tanto así, que después del tercer tema, su constante protagonismo, terminó por colmar mis ganas de escucharlo, ya no había sorpresa con tal deslplante. No es necesario demostrar en cada nota que se es virtuoso, y más aun cuando eres parte de un trío donde el principal es otro.
Lo que Galvez necesita, creo yo, es tocar con alguien que le ponga freno, y que de alguna forma lo encasille en conseguir una idea; una idea que puede variar, ir y volver, o nunca ser coherente, pero que conlleve un sentido mayor que el lucimiento.
Al trío, se sumó en un par de temas, un saxofonista de cuyo nombre no me acuerdo (pido las disculpas correspondientes). Su aporte contribuyó con el sonido del grupo, sumándole los matices necesarios a lo que parecía por momentos, una competencia de egos.
“Circular” es un título que calza como guante a la segunda propuesta solista de Vera. La música... bien buena!!! Generadora de una sensación de estar dando vueltas por un laberinto de ideas, y cada cierto rato cruzar una esquina conocida. Se nota un proyecto global, variado desde el rock al freejazz pasando por el drum&bass, el bop y la fusión, pero que necesita depurarse; por lo menos en vivo, el disco no lo pude comprar!!!
Las piscolas, faltas al fuerte!!!
